La creencia en la reencarnación es una de las creencias más motivadoras en la vida de muchas personas. El sólo hecho de pensar que al morir no finaliza el viaje, sino que tenemos la oportunidad de volver una y otra vez para seguir con nuestro proceso de aprender y evolucionar, para muchos es motivo de seguridad, ánimo y tranquilidad.
Perdemos el miedo a irnos porque tenemos la esperanza de volver.
Como toda creencia no se puede probar su veracidad, por eso es una creencia y no se considera una verdad absoluta. No se puede probar o por lo menos la ciencia no ha podido. Aunque en honor a la verdad, tampoco tengo noción de que lo han intentado con seriedad. La cantidad de personas que alegan recordar fragmentos de sus vidas anteriores, sobre todo en la India, supera el elemento casualidad. Sin embargo, la cantidad de creyentes que firmemente están convencidos de la existencia de un “cielo”, o un lugar de fuego que los espera al final de la jornada es considerable, y para muchos supera la creencia para adoptarlo como una realidad. Para una gran mayoría tiene más lógica el poder del castigo que la oportunidad de la continuidad y el aprendizaje.
Para mi, en el momento que aprendí y comprendí la teoría de la reencarnación, se me hizo no tan sólo lógica, sino necesaria. Una vida no es suficiente. Las razones por las cuales algunos niños demuestran talentos excepcionales a temprana edad como en la música o el arte, también podrían ser un refuerzo adicional que valide la teoría. Demuestran un conocimiento que de algún sitio lo adquirieron. Respeto la opinión de cada cual, es la clave para que los demás puedan respetar las mías. Sin embargo adopté la creencia porque me brinda paz. Me reconforta saber que de una u otra forma volveré a estar aquí. El mundo es hermoso. Tiene sin dudas, elementos negativos, pero no es nada que por medio de la evolución de la conciencia colectiva no podamos superar. Esa es la meta, o espero que para muchas personas así sea.
Volver a estar con aquellos que amamos. En diferentes cuerpos. Con diferentes rasgos y personalidades, pero volviendo a compartir la esencia de lo que fueron en el pasado, encontrados de nuevo en nuestro presente y seguramente más evolucionados en el futuro. Otras vidas, otros momentos. Otras aventuras. Otras oportunidades de seguir creciendo. Seguir aprendiendo. De estar aquí. De volver a vivir o continuar la vida. Si la eternidad tiene una realidad, definitivamente tiene que ser en la reencarnación. Es el racionamiento con más lógica para analizarlo y para poderlo digerir en nuestra comprensión interna como un proceso que tiene continuidad.
Bendiciones a todos,
Nemuel Flores
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